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No podemos comprender el valor y la importancia de la Virgen María y de la Casa de Meryemana para los cristianos, sin considerar la historia cristiana de Éfeso.
Éfeso es la ciudad a la cual llega el Apóstol San Juan junto con María, la Madre de Jesús, y es el lugar exacto donde escribió su Evangelio, en el que dejó una evidencia indeleble de la presencia de María en dicho lugar:
“Jesús (en la Cruz), viendo a su madre y junto a ella al discípulo amado, dijo a su madre:’ Mujer, ahí tienes a tu hijo’. Luego dijo al discípulo:’ Ahí tienes a tu madre’. Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa” (Jn 19, 26-27).
Aunque la Virgen María tuvo una vida humilde y oculta, los cristianos, conscientes de su presencia, citaron este pasaje como evidencia de que realmente estuvo en Éfeso, siguiendo San Juan.
Entre los siglos II-III, toda la Tradición está de acuerdo en afirmar con Tertuliano, San Ireneo, Orígenes e Eusebio, que San Juan vino a Éfeso. Tertuliano todavía declara que el Apóstol vino “pronto” a Asia. (ad. Marc. Lig. IV, c. 5).
San Ireneo, nacido en Esmirna aproximadamente en el año 120 y formado en la escuela de San Policarpo (discípulo de San Juan), afirma que San Pablo y San Juan estuvieron presentes en Éfeso al mismo tiempo.
Según la tradición de Éfeso, el Apóstol San Juan no pudo apartarse de la Madre de Dios desde el momento en que Jesús se la encomendó a su cuidado cuando estaba en la Cruz, y en los años siguientes se cree que él y la Santa Virgen María habitaron en Éfeso o en los alrededores de la ciudad.
San Epifanio (310-314), obispo de Chipre, observa con pesar que en las Sagradas Escrituras no se transmite ninguna información sobre los últimos años de María Santísima. El santo obispo, deseoso de resaltar la pureza virginal de María añade: “ Cuando San Juan partió para Asia, la Escritura no dice en absoluto que llevó consigo a la Santísima Virgen, y esto para no suscitar demasiado asombro en las almas”. No dice que María no se vivió en Éfeso, simplemente dice que las Sagradas Escrituras no lo mencionan. Quiso enfatizar un divino misterio.
Según la tradición de Éfeso, la Virgen María debía acompañar a San Juan en su misión evangelizadora, y es apropiado pensar que la “dormición” de María, la Madre de Dios, haya tenido lugar en Éfeso, en el año 48 d.C a la edad de 63 años aproximadamente. Esta es la opinión más común.
A partir del siglo VIII en adelante, la Iglesia Siria Jacobita siguió la tradición de Éfeso, confirmando esta creencia en los siglos XII y XIII, manteniéndola viva en la actualidad.
La tradición de Éfeso fue retomada y expuesta con toda su fuerza en los siglos XVII y XVIII por dos historiadores, e inmediatamente después, se hizo eco de ella el sabio Papa Benedicto XIV.
La residencia de María en Éfeso y su “dormición” fueron reconocidos también por el Papa Benedicto XV, el cual comenta sobre este tema: “ Desde aquella hora el discípulo la llevó a su casa” Cuando San Juan partió para Éfeso también llevó allí a María y desde aquí María tomó alas hacía el cielo”. (Papa Benedicto XV, Tratado de los Santos Misterios del Viernes Santo)
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